PARTE DE TÍ

¿Cuál es mi sinceridad más cristalina? Que te quiero, te extraño, me duele, tengo miedo, me ilusiono, vuelvo a caer, me engaño y te arrastro, y por fin me hundo.

Todos estos despojos son yo, y no el figurín vestido al que cada mañana se adhieren, cuando me ves traspasar heroicamente el filo del sol que te alumbra.

Una vez sepas que ésa soy yo, quizá ya no vuelvas a pensar que me rescatarás de esos cielos y mares por los que a menudo sucumbe mi barca de bellos listones. Ni siquiera entrará ya dentro de tus planes, que alguien que se reconoce inútil, se erija como el puente de tus valles, la sombra de tus desiertos o el rocío que pueda unir tus recientes grietas.

Pero tal vez, un cuenco tan vacío y transparente como yo te sirva, en tus rutinarios viajes diarios para reponer el agua, del espacio vacío necesario, el no ser que no inquieta ni inmiscuye, por el cual abrirás de nuevo tu apetito hacia nuevos despertares.

Esa es mi sana labor, la de ser aquello que no se presenta cuando todo va bien: como cada ornamento en tu habitación, que acalladamente te acompaña y acoge a la vuelta de cada aventura, formando parte del decorado de tus obras incompletas. Qué dicha la mía tenerte tan cerca, porque otras que incluso penetraste en ellas, no pueden llegar a verte desnudo cuando lloras, ríes y sufres por ellas.

En cambio yo soy, desde tu bolsillo de ausencias puesto del revés, amuleto fiel aun tú sin saberlo. En la vida me es dado que siempre te llevaré conmigo, puesto que yo siempre estaré en ti.

Y en el reverso de lo que no tengas, mi alma se ocultará.